martes, 26 de enero de 2010

Curiosidades de la energía. Isaac Asimov

El motor eléctrico más pequeño del mundo es menor que la cabeza de un alfiler, mide 0,04 cm. por cada lado. Tiene 13 partes y genera una millonésima de caballo de fuerza. Puede verse únicamente a través de un microscopio. Lo construyo William McLelland con un palillo de dientes, un microscopio y un torno de relojero.

En 10 minutos de un huracán se produce suficiente energía como para igualar a todas las reservas nucleares del mundo.


Los motores de combustión interna pierden eficacia a un ritmo de más del 2% por cada 300 metros de elevación. En el lago Titicaca, a 3816 metros de altura, en los Andes, los vehículos de motor y las lanchas pierden al rededor de un 30% de su potencia.


Antes de la época de Benjamín Franklin la gente creía que había dos clases de electricidad. Franklin opinaba que existía únicamente una especie, con dos apariencias: una que representaba un exceso de fluido eléctrico y la otra un déficit. No había forma de distinguirlas, de manera que se puso a especular. Tenía una posibilidad de acertar del 50% pero falló. Aún hoy, los ingenieros electricistas preparan sus diagramas con la electricidad en dirección equivocada, de acuerdo con la conjetura de Franklin. En la práctica, esto no importa; los aparatos eléctricos funcionan de todos modos (si todos entran por la puerta marcada "salida" y salen por la señalada como "entrada", van en dirección equivocada, pero no hay interrupción en el tráfico).

Un rayo genera temperaturas cinco veces mayores que los 6.000 grados centígrados detectados en la superficie del sol.
Un rayo puede producir 3.750.000.000 kilovatios de energía eléctrica. Alrededor del 75% de esta energía se disipa en forma de calor, elevando la temperatura circundante a unos 15.000 grados centígrados y causando la expansión rápida del aire, lo cual produce ondas de sonido (truenos) que pueden ser oídas a 30 kilómetros de distancia.

Durante la 2ª Guerra Mundial, los químicos alemanes inventaron, con éxito, un proceso para hacer gasolina a partir de la hulla. Además, hacia el fin de la guerra y después de ella, muchos motores de camión fueron acondicionados para funcionar con el vapor de la leña común (cuando uno se quedaba sin "gas", recogía leña a un lado del camino y reanudaba el viaje).

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