domingo, 14 de febrero de 2010

Los Elementos de Asesinar: Una Historia del Veneno

Por John Emsley
Reseña: Tim Harrison, Universidad de Bristol, UK

El libro proporciona una gran cantidad de información sobre la historia del uso de algunos elementos químicos, sobre las concentraciones de metales tóxicos en el cuerpo humano y en una gran variedad de alimentos y sobre los efectos de esos elementos sobre el organismo. Pero este libro es mucho más que eso.
Esparcidas por todo el libro, hay muchas joyas informativas que serían una delicia para los estudiantes de instituto. Por ejemplo, en la Edad Media, el antimonio se usó como remedio para el estreñimiento. Tragarse las "píldoras eternas" (pequeñas bolas de antimonio) irritaba los intestinos lo suficiente como para que expulsaran todo lo que había en ellos. Las bolas de antimonio se recuperaban entre los excrementos, se lavaban y volvían a usarse. Como nos cuenta Emsley, ¡las bolas se pasaban de una generación a otra! Una historia más reciente se refiere a una sustancia química muy común, que los estudiantes suelen manejar en sus prácticas en el instituto: el sulfato de cobre.
Cuenta el autor la historia de tres chicas canadienses, quinceañeras, que robaron sulfato de cobre en el colegio para envenenar a una compañera, echándole los polvos en una bebida azul. Por suerte, el intento resultó fallido, gracias sobre todo a que siete chicas (¡entre ellas, dos de las envenenadoras!) compartieron la bebida, teniendo que ser tratadas en el hospital local. Las chicas fueron llevadas a juicio en el 2003. Otra anécdota interesante se refiere al descubrimiento de una partida de falso whisky escocés. Comparando los niveles de las pequeñas concentraciones de metales en el falso whisky y en el auténtico, no se consiguió la evidencia necesaria. Pero una investigación a fondo de las tapas metálicas de las botellas descubrió el engaño: las tapas del falso whisky contenían cuatro veces más antimonio que las del producto original.
En otro ejemplo, Emsley describe cómo el antimonio fue noticia de primera página en el Reino Unido en los 90, cuando se le relacionó con el síndrome de la muerte infantil repentina (SIDS en sus siglas inglesas). Se sugirió que el óxido de antimonio añadido a las mantas acrílicas de las cunas, como antiignífugo, se transformaba en el gas estibina por acción del hongo Scopulariopsis brevcaulus y que esa estibina era la causa principal del SIDS. Luego se probó que eso era falso.
Echando un vistazo retrospectivo a la historia, Emsley examina el papel de esos cinco elementos en la locura de Isaac Newton, la extraña muerte del rey Carlos II, las muertes de Mozart, Beethoven y Haendel y el envenenamiento del Papa Clemente II; así como el uso del talio por Sadam Hussein. Se dedican capítulos enteros a los prisioneros más famosos del Reino Unido, tales como Graham Young, Florence Maybrick y George Chapman.
También se discute la naturaleza venenosa de algunos otros elementos de la Tabla Periódica: el capítulo final trata de forma breve, pero instructiva, de los elementos bario, berilio, cadmio, cromo, cobre, níquel, potasio, selenio, sodio, telurio y estaño.

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